El Estado pierde la pelea contra el cáncer

El cáncer es la segunda causa de muerte en Venezuela y un problema de salud pública, y el Estado engaveta las estadísticas. Desde 2014, cuando se publicó por última vez el Anuario de Mortalidad, el Ministerio de Salud custodia las cifras celosamente en su despacho. No hay información oficial, pero las proyecciones de organizaciones nacionales e internacionales apuntan a que más venezolanos han muerto por esta enfermedad en los últimos cuatro años.

Solo las estimaciones de la Sociedad Anticancerosa Venezolana (SAV) y del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, que forma parte de la Organización Mundial de la Salud, permiten tener un acercamiento a las estadísticas de mortalidad por cáncer en Venezuela frente al hermetismo del Ministerio de Salud.

El Anuario de Mortalidad de 2014 especifica que solo las enfermedades cardiovasculares superaron al cáncer como primera causa de muerte en Venezuela. Para ese año, la patología dejó 24.199 fallecidos, 15% del total de las muertes registradas en el país para ese año. Las cifras oficiales de los decesos de los siguientes tres años aun se desconocen.

La SAV, el Centro de Estadística y Matemática Aplicada de la Universidad Simón Bolívar y Laboratorios Nolver han unido esfuerzos para pronosticar la mortalidad y la incidencia del cáncer en el país desde el año 2014.

Los números divulgados por la sociedad civil muestran cómo la curva de mortalidad sigue creciendo mientras el país se aleja de la meta fijada por la Unión Internacional contra el Cáncer, que propone reducir las muertes por la enfermedad a escala mundial para 2020.

La SAV calcula que 2017 cerró con más de 26 mil muertes, un aumento de 15% en comparación con los registros oficiales del ministerio correspondientes a 2013. Las estimaciones del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer dibujan un panorama mucho más sombrío para el cierre de este 2018, con una proyección de 30.968 decesos y 61.979 casos oncológicos nuevos.

Aún con proyecciones a la mano, es poco lo que los oncólogos venezolanos pueden hacer frente a un sistema de salud que colapsó y quedó desarticulado. No hay estadísticas oficiales recientes sobre el cáncer en Venezuela, pero la crisis es más que evidente en los consultorios.

“Sin hablar de cifras puedo decir que, hoy día, operamos menos pacientes y hay más pacientes a la espera de una cirugía. Hay menos personas que reciben quimioterapias y mayor cantidad de personas que la necesitan. No estamos irradiando a la gente y hay más gente que requiere radioterapia. Eso es lo que vemos los médicos”, afirma Gustavo Gotera, médico oncólogo y presidente de la Sociedad Venezolana de Oncología,

Un sistema modelo que quedó desmantelado

“Que no sea algo grave, Dios mío”, rogó Carmen León cuando palpó la protuberancia con las yemas de sus dedos. La pequeña bola estaba inserta justo debajo de la cicatriz de su seno derecho, el mismo en el que le habían practicado una mastectomía total dos años antes. Carmen sabía que si el cáncer reaparecía, esta vez no tendría cómo tratarse. Los equipos con los que alguna vez recibió radioterapia ya no prestan servicio y el Estado venezolano ya no provee las quimioterapias.

La primera vez que a Carmen, de 51 años, le diagnosticaron cáncer de mama corría el año 2014. Cada 21 días retiraba sus medicamentos en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Pudo colocarse las quimioterapias, hacerse la cirugía de extracción de tumor y recibir las terapias de radiación en el Hospital Oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño de Valencia.

Para ese momento, el sistema de atención oncológica en el país iba en picada, pero luchaba por seguir en funcionamiento. Así fue hasta 2016, cuando la escasez arreció.

De un esquema de 34 quimioterapias, Carmen solo llegó a completar 30 porque después no consiguió más antineoplásicos. De 33 sesiones de radioterapia, apenas recibió 25 porque el equipo médico quedó fuera de servicio.

El sistema que alguna vez fue modelo en la región quedó desmantelado por completo. “Hasta el año 2010 Venezuela fue el paraíso en tratamiento para el cáncer“, relata Gotera. “A partir de 2011 empezaron las fallas. El Estado dejó de adquirir los tratamientos de última generación y se empezaron a importar medicamentos genéricos que no daban los mismos resultados. Los equipos fueron dañándose y no hubo forma de reemplazarlos. Todo coincide con el descenso de los precios del petróleo”.

El cáncer de mama es el de mayor incidencia en Venezuela. El esquema de tratamiento requiere de quimioterapias y radioterapias. En algunos casos, como el de Carmen, también de cirugía. Sin embargo, los hospitales públicos han visto disminuidas sus capacidades.

“De los 21 equipos de radioterapia reportados por el Gobierno a nivel nacional, solo uno funciona. En el Oncológico Luis Razetti, en Caracas, tenemos dos años con la máquina de radio dañada y hay severas fallas con las quimioterapias. El paciente tiene que comprarlas afuera para que se las coloquemos. Estamos de manos atadas, solo podemos prestarles el servicio”, lamenta Gotera.

El 15 de julio de 2018 Carmen partió de Carabobo en un autobús con destino a Perú. Cree que recayó porque no pudo alimentarse bien ni completar los ciclos de quimioterapia y de radioterapia por la crisis.

Migró para buscar una mínima probabilidad de vida fuera de los hospitales venidos a menos. Llegó a Lima a dormir en un albergue y al borde de una metástasis pulmonar.

“Estoy salvada”, dice ahora, aferrada a la única posibilidad que le quedaba. Ahora Carmen está registrada en el sistema de salud de Perú y recibe sus tratamientos de forma puntual y sin costo alguno, como alguna vez llegó a hacerlo en Venezuela.

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