Sin planes para un país más caliente

La temperatura de Venezuela podría subir entre 0,5°C hasta los 3,5°C, así como perder entre 0,1 y 0,3 milímetros de lluvia al día para el 2100, lo que la convertiría en un territorio más árido y seco de que lo que deberían ser sus campos y ciudades. Los andes y el sur del país serían los más afectados.

Sin embargo, los modelos de simulación no coinciden plenamente y estas variaciones no son uniformes, debido a la diversidad geográfica de nuestro país. Puede ser más seca al norte y con mayores lluvias al sur del Orinoco. Esto podría alterar significativamente la producción agrícola de cereales y la actividad pecuaria, y comprometerían aún más la seguridad alimentaria del país.

Estos escenarios, que se pueden variar desde optimista hasta intermedio y pesimista, van a depender de las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático que se tomen en el país e ignoradas desde 2005, cuando la Primera Comunicación de Cambio Climático fue publicada por el Ministerio de Ambiente con datos de 1999.

Así lo señala el I Reporte Académico de Cambio Climático (2018) de la Academia de Ciencias de Venezuela, producido de forma independiente por la desactualización de la Segunda Comunicación, publicada en 2017 con datos de 2010. Una de sus coordinadoras, la bióloga y miembro de su Secretaría de Cambio Climático, Alicia Villamizar, dice que de estos escenarios, del cual el más probable es el intermedio, deben guiar la elaboración de las “narrativas socioecónomicas” de cada país respecto de las variaciones climáticas que enfrentarán.

Para eso hay que producir en cada país, a nivel regional y municipal, el Inventario de Gases de Efecto Invernadero y las Trayectorias de Concentraciones Representativas (RCP por sus siglas en inglés), explicó la experta a Efecto Cocuyo.

Estas RCP se refiere a la cantidad de calor por metro cuadrado que se emite en promedio. “Para eso necesito saber cuáles son las propuestas de desarrollo en materia de transporte, aeropuertos, plantas de tratamiento de residuos y desechos, vías fluviales, escuelas, hospitales, tasas de escolaridad”.

Su recomendación es clara e integral. Apostar por el desarrollo sustentable para producir un menor reforzamiento radiactivo. “Cada sector económico debe tener una estrategia para la economía de bajas emisiones de gases contaminantes. Esto requiere un estricto cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los Derechos Humanos y la Agenda 2030, así como del Acuerdo de París”.

La experta tiene dudas sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo nacional para eso. Lo dice porque el Ministerio de Ecosocialismo sólo convocó a entes públicos y a una cantidad ínfima de expertos, excluyendo a Juan Carlos Sánchez y a ella, ambos miembros venezolanos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, para su segundo informe de Cambio Climático.

Por su parte, Villamizar está realizando en la Universidad Simón Bolívar, donde es profesora y Jefa del Departamento de Estudios Ambientales, un inventario de gases en las costas de Falcón, desde Boca de Yaracuy hasta San Juan de los Cayos, incluyendo Chichiriviche, donde estima ya se han perdido 30 kilómetros cuadrados de costa por la subida del nivel del mar.

Pero la crisis económica y la inseguridad lo dificultan. “Da terror hacerlo. En una expedición que hicimos a la estación de Puerto Cabello, nos robaron a 60 alumnos y profesores en una salida de campo. Por ahora procesamos algo que hicimos hace dos años”.

PROYECCIONES CLIMÁTICAS

Lo que no sabemos es lo más preocupante

Villamizar dice que hay una escasez importante de estudios focalizados en temas de cambio climático o que no tienen un alcance suficiente. No hay entonces un inventario de carbono para ningún ecosistema natural y pocas investigaciones de flujos de gases de efecto invernadero o modelaje espacial, por lo que no se sabe cómo las variaciones climáticas podrían afectar a los sistemas ubicados en las cimas de los tepuyes, que no podrían adaptarse subiendo más en altitud, señala el informe de la Academia de Ciencias.

Tampoco se sabe mucho de cómo serán afectados los ecosistemas ribereños de la Guayana, las zonas áridas de Paraguaná, las depresiones de Quíbor y Carora, ni los patrones de deforestación por la minería o el impacto sobre manglares, la pesca de sardinas o los bosques lluviosos.

Así mismo, el texto refiere el hallazgo de una alta ineficiencia energética en el transporte, construcción y petróleo, así como una total ausencia de medidas gubernamentales para eliminar los subsidios al combustible y electricidad, que serviría para impulsar el cambio hacia las energías alternativas competitivas y el desarrollo sustentable, señala parte del resumen para tomadores de decisión que se envió a la Asamblea Nacional.

Pero la mayor vulnerabilidad señalada en el texto es la institucional. El cambio climático no aparece en el sistema educativo nacional, tampoco en los planes del Ministerio de Ecosocialismo, ni en la arquitectura de los entes públicos. No se encontró correspondencia entre los objetivos ambientales del Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social 2013-2019 y las políticas desarrolladas o planeadas a futuro. Además, es insuficiente el marco normativo actual, lo que incluye no haberse creado aún la Autoridad Nacional, la Estrategia ni el Plan Nacional de Cambio Climático, lo que limita la capacidad para cumplir los compromisos adquiridos en París.

Nos estamos calentando sin prepararnos para lo que viene.

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