El día que a los estudiantes de segundo semestre de la Escuela de Matemática de la Universidad Central de Venezuela (UCV) les tocó ver “identidades trigonométricas”, en noviembre de 2018, el salón quedó en silencio durante unos minutos luego de que el profesor anotó el enunciado en la pizarra.
—Debieron haberlo visto en bachillerato— dijo el docente. La mayoría de los jóvenes negó con la cabeza.
A Carlos Moncada, de 20 años, el episodio le confirmó lo que sentía mientras cursó educación media. “Me gradué con una mala base. En cuarto año tuve tres profesores de matemática y no daban lo que tenían que dar”, detalla. Además cada profesor argumentaba que los alumnos arrastraban fallas de años anteriores.
El joven sigue decepcionado del sistema educativo que, en primer año, le promedió la nota de Historia de Venezuela, tras solo haber visto el contenido del primer lapso. Ahora que ayuda con sus tareas a niños de primaria y bachillerato en su parroquia, percibe las mismas fallas y la angustia de los chamos para comprender los temas.
Indicadores oficiales
En 2016 el Gobierno de Nicolás Maduro celebró la entrega de más de 120 millones de textos escolares gratuitos “realizados por los mejores pedagogos venezolanos, bolivarianos”. También destacaba entre sus logros que para el período académico 2016-2017 se habían repartido 5 millones de computadoras Canaima.
Académicos, profesores de las escuelas de educación y pedagógicos, así como organizaciones de la sociedad civil, han cuestionado el contenido de los referidos textos bajo el alegato de que tienen una alta carga político-partidista. Pero, además, señalan que la entrega de los equipos tecnológicos carece de un programa pedagógico para garantizar su uso con fines educativos.
Las últimas cifras oficiales disponibles del Ministerio de Educación, correspondientes al año escolar 2013-2014, aseguran que gracias a esas políticas implementadas por el Estado disminuyeron los repitientes y aumentó la prosecución a los niveles superiores.
Aunque ambos indicadores se asocian a la calidad educativa y el logro de los objetivos en cada curso, a juicio del exdirector de Educación de la Gobernación de Miranda, Juan Maragall, “no son los mejores” para medir esta realidad.
“Menos cuando a veces la prosecución es forzada cuando los gobiernos tienen prácticas de promover a los alumnos aprendan o no. Sí son cifras importantes, pero las verdaderas cifras de calidad son las que miden aprendizajes en sus distintos componentes”, advierte.
Aún así, desde año académico 2014-2015 en adelante no se tiene pista sobre estos datos.
¿Están aprendiendo los estudiantes?
Maragall afirma que en Venezuela en cuanto a los planes académicos y curriculares “se ha avanzado a ciegas”. Señala que pese a que se había mantenido una tradición de publicación de cifras educativas, al menos hasta 2015, se omitieron las “estadísticas académicas”.
Las últimas referencias sobre calidad de educación en el país datan de 1999, cuando se publicaron los resultados de la primera prueba del Sistema Nacional de Evaluación de Aprendizaje (Sinea) que se aplicó en 1998, que tenía previsto aplicarse cada dos años.
El examen reveló que 40% de la muestra de alumnos de noveno grado no logró el aprendizaje de los contenidos en Lengua, pues el porcentaje de respuestas correctas en esa área como máximo alcanzaron el 39%. En Matemática, 54,19% de los estudiantes no manejaba los conocimientos esenciales.
En 2003 realizó nuevamente la prueba del Sinea, que incluía a estudiantes de tercero, sexto y noveno grado, sin embargo, sus resultados nunca fueron publicados.
El exdirector de Educación de Miranda señala que en la actualidad las preguntas sobre cuántos alumnos de tercer grado comprenden lo que leen o cómo están las habilidades matemáticas en sexto grado, “no podemos responderlas en Venezuela”.
Criticó que el Gobierno no solo desechó la evaluación interna sino que, además, no se “mide” en pruebas internacionales o de la región como la del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece) de la Unesco o el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, conocido como Pisa (por sus siglas en inglés).
El Pisa, por ejemplo, tiene por objeto evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber. Son aplicadas cada tres años y evalúa el rendimiento de alumnos de 15 años en áreas temáticas clave.
Política de opacidad
El director del Doctorado de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Tulio Ramírez, advierte además que a la fecha (2018) no han podido conocerse los resultados de la aplicación del nuevo diseño curricular para educación media que quiso implementar el Gobierno en el período académico 2016-2017 a un grupo de escuelas.
Advirtió que los investigadores quisieron conocer las experiencias, pero no pudo tener acceso ni a los nombres de los planteles donde se aplicó el nuevo currículo que, meses más tarde, fue aplicado en las escuelas oficiales a escala nacional.
Advirtió que una situación similar había ocurrido con la Consulta por la Calidad Educativa de 2014, donde el Ministerio de Educación afirmó que habían sido encuestados más de dos millones de personas entre alumnos, padres y representantes, y maestros, pero sin una base de respaldo de la muestra.